Lucas 14.1, 7-14
“El que se humilla
será enaltecido”
En la serie de
lecciones concretas que nos va dando el evangelio de Jesús, hoy nos llega una
invitación a la humildad y también a una generosidad desinteresada.
Ambos mensajes son
poco populares. Hablar de humildad no parece un tema muy moderno. Si se nos
urgiera a ser eficaces o a trabajar con generosidad, nos parecería bien. Pero
¿ser humildes? Y además, ¿trabajar desinteresadamente?
1.- El Evangelio de
hoy coloca a Jesús en una situación que podríamos llamar “comprometida”. Es
sábado, día de descanso judío, ha entrado en casa de un fariseo y se ha sentado
a la mesa con él, además no es un fariseo cualquiera, sino “uno de los
principales”, dice el Evangelio. Además es una “comida-trampa” porque le están
espiando a ver cómo actúa para después echárselo en cara. Y con todo esto,
Jesús no se acobarda, sino que aprovecha la situación para tener dos pequeños
momentos, de educación, de discipulado, de reflexión: una sobre la vanidad y la
humildad, y la otra sobre la gratuidad.
Humildad: Virtud que consiste en el conocimiento
de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este
conocimiento.
2.- La primera reflexión de Jesús: La naturaleza
humana tiende a engrandecerse y a vanagloriarse de sus propios éxitos, eso nos
pasa a todos. Pero la sabiduría de la vida, y de la Palabra de Dios, nos
orienta más bien hacia el camino de la humildad, hacia esa virtud de reconocer
nuestras propias limitaciones y debilidades y comportarse conforme con este
autoconocimiento, el cual demanda una madurez y una sabiduría que sólo el Señor
nos puede regalar. En el texto
advertimos Jesús veía que todos se peleaban por ocupar los primeros puestos y
contó una parábola para explicar cómo Dios ensalza al humilde y corrige al
soberbio. “Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido”.
3.- La segunda enseñanza
es sobre la gratuidad y también sobre cómo nos situamos ante las personas.
“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos… invita a pobres,
lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte”. No sólo se trata de dar sin esperar nada a
cambio, sino de hacerlo sin distinción de personas. ¿Por qué en la vida
favorecemos a unos y dejamos de lado a otros? ¿Qué es lo que nos mueve? ¿En qué
situaciones de nuestra vida nos falta humildad? ¿Cuáles son los “primeros
puestos” a los que aspiramos? ¿Somos de los que buscan ascender aún a costa de
“pisar” a otros? ¿Hacemos acepción de personas? ¿Reconocemos a cada persona
como a un hermano? Estas preguntas nos pueden ayudar a reflexionar sobre
nuestra vida a la luz de la
Palabra de Dios de hoy.
OREMOS
Dios
de amor,
Venimos
ante ti con humildad y sencillez de corazón.
No
queremos los primeros asientos, pero sí queremos escuchar con claridad tu
Palabra. No queremos ser el centro de la atención, pero sí queremos prestar
atención a tu voz, a tu llamado, a la necesidad que nos rodea.
No
nos preocupamos por asegurar un lugar en tu mesa, porque tu mesa es una mesa
abierta para todos y todas.
No
queremos pronunciar largas oraciones, solamente queremos decir la palabra más
precisa y sentida.
No
queremos darte de lo que nos sobra, sino entregarte lo mejor, lo que somos.
No
queremos que nos saluden con respeto, que nos hagan reverencia; queremos más
bien respetar y reverenciar la vida, en la cual tú te manifiestas, en la cual
tú, también hoy, vienes a nuestro encuentro.
Con
humildad nos presentamos delante de ti en esta hora, tal cual somos, para
acercarnos a tu mesa donde tú te nos ofreces como alimento para nuestras vidas.
Recíbenos Señor en tu mesa como aquellos
cojos, ciegos, sordos que nos anuncia el evangelio, de manera que en este
encuentro tu en tu infinita misericordia nos acojas y nos des una nueva
oportunidad de vida: AMEN.
Pastora Raquel Riquelme
Domingo 1 de Septiembre 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario